Es
interesante como el flujo de la vida viene y va, te arrebata un par de
cosas para darte algunas otras; este flujo no siempre es positivo, y no
siempre ganas mas de lo que pierdes, pero hay que saber valorar lo
obtenido, no por el valor del mismo, si no por el valor de las cosas que
has sacrificado para obtenerlo...
Dirán, ¿A que viene todo esto? y es para comenzar una pequeña anécdota que quisiera contar...
Las mismas leyes que rigen el flujo de tu vida, rigen por igual a las personas que te encuentras en tu camino...
De la misma manera que encuentras paz, amor, tristeza y un par de tragedias, encontraras personas que pasaran sin dejar huella, otras tantas de las que te enamoraras, y con suerte, algunas pocas que te acompañaran por el resto de tu vida, pero me gustaría enfocarme en aquellas que solo marcan una etapa de tu vida, aquellas que te juraron lealtad, y son las primeras en lanzar la piedra que acabaría con tu alegría.
Para bien o para mal, han existido un par de personas así en mi vida; personas a las que les entregue todo lo que tenia para darles y, cuando menos pensé, me dieron la espalda llevándose una parte de mi consigo. Al principio fue doloroso, mas de lo que yo mismo podía soportar, haber dado tanto y haber recibido tan poco, pero con el tiempo adquirí una nueva perspectiva de lo que paso realmente aquellos días...
Somos seres libres, nacimos para volar, pero nos gusta lanzar cadenas y anclarnos a cualquier cosa para sentirnos felices; fingimos ser cautivos de algo por que nos gusta sentirnos presos, nos gusta mucho sentirnos seguros, esa seguridad que no encontrarías volando hacia un horizonte que no conoces, pero esas ataduras no te dan libertad, no te dan la felicidad que anhelas... solo son cadenas, que si bien de oro, que si bien de seda, pero al final del día, sabes que tu camino se encuentra truncado, y que no conocerás nada mas allá de lo que midan tus ataduras y te permitan tus alas; sabiamente dice aquella vieja canción de antaño, que hasta la belleza cansa, y los espejismos se apagan, o bien ya no son suficientes, y queremos volar una vez mas...
Tal vez no me doy a entender de esta manera, así que lo pondré de otro modo que quizá resulte mas fácil y explique mejor mi punto. Tan nos gusta atarnos a los demás, como nos gusta que ellos se aten a nosotros, pero no somos dueños de la vida de alguien mas... Ese es el problema, el meollo del asunto que causa tantas penurias a lo largo de nuestra existencia... que nos creemos dueños de todo solo por que podemos tenerlo, y duele darse cuenta de que la realidad no es así... Cada persona buscara su felicidad, tiene todo el derecho de hacerlo, y quizá con las cadenas que los unen a nosotros no son capaces de explorar y experimentar que puede encontrar mas allá; Fuimos puerto seguro por algún tiempo, y no podemos culparles por abandonarlo en algún momento... El flujo de la vida cambia, y si es su momento de brillar, lo hará con nosotros o sin nosotros a su lado, y nosotros seguiremos volando, y buscaremos mas tarde otro puerto donde descansar...
Romper cadenas no siempre es malo, no solo liberamos a otra persona, nos liberamos nosotros mismos, y tenemos que recordar que tenemos alas; no ansiemos la felicidad que encontramos en aquel lugar, en aquella persona o en aquel momento; mejor pensemos en lo que podríamos encontrar mas adelante, que lo pasado es pasado y no volverá... Aquellas personas que realmente importan son las que viajan a tu lado por su propia voluntad, sin nada de por medio, nada que los obligue a quedarse, por mas tenue que sea, aquellas que si se alejan pueden decidir si volverán, y no serán como aquel reo que escapa de su celda y anhela no volverla a habitar...
Dirán, ¿A que viene todo esto? y es para comenzar una pequeña anécdota que quisiera contar...
Las mismas leyes que rigen el flujo de tu vida, rigen por igual a las personas que te encuentras en tu camino...
De la misma manera que encuentras paz, amor, tristeza y un par de tragedias, encontraras personas que pasaran sin dejar huella, otras tantas de las que te enamoraras, y con suerte, algunas pocas que te acompañaran por el resto de tu vida, pero me gustaría enfocarme en aquellas que solo marcan una etapa de tu vida, aquellas que te juraron lealtad, y son las primeras en lanzar la piedra que acabaría con tu alegría.
Para bien o para mal, han existido un par de personas así en mi vida; personas a las que les entregue todo lo que tenia para darles y, cuando menos pensé, me dieron la espalda llevándose una parte de mi consigo. Al principio fue doloroso, mas de lo que yo mismo podía soportar, haber dado tanto y haber recibido tan poco, pero con el tiempo adquirí una nueva perspectiva de lo que paso realmente aquellos días...
Somos seres libres, nacimos para volar, pero nos gusta lanzar cadenas y anclarnos a cualquier cosa para sentirnos felices; fingimos ser cautivos de algo por que nos gusta sentirnos presos, nos gusta mucho sentirnos seguros, esa seguridad que no encontrarías volando hacia un horizonte que no conoces, pero esas ataduras no te dan libertad, no te dan la felicidad que anhelas... solo son cadenas, que si bien de oro, que si bien de seda, pero al final del día, sabes que tu camino se encuentra truncado, y que no conocerás nada mas allá de lo que midan tus ataduras y te permitan tus alas; sabiamente dice aquella vieja canción de antaño, que hasta la belleza cansa, y los espejismos se apagan, o bien ya no son suficientes, y queremos volar una vez mas...
Tal vez no me doy a entender de esta manera, así que lo pondré de otro modo que quizá resulte mas fácil y explique mejor mi punto. Tan nos gusta atarnos a los demás, como nos gusta que ellos se aten a nosotros, pero no somos dueños de la vida de alguien mas... Ese es el problema, el meollo del asunto que causa tantas penurias a lo largo de nuestra existencia... que nos creemos dueños de todo solo por que podemos tenerlo, y duele darse cuenta de que la realidad no es así... Cada persona buscara su felicidad, tiene todo el derecho de hacerlo, y quizá con las cadenas que los unen a nosotros no son capaces de explorar y experimentar que puede encontrar mas allá; Fuimos puerto seguro por algún tiempo, y no podemos culparles por abandonarlo en algún momento... El flujo de la vida cambia, y si es su momento de brillar, lo hará con nosotros o sin nosotros a su lado, y nosotros seguiremos volando, y buscaremos mas tarde otro puerto donde descansar...
Romper cadenas no siempre es malo, no solo liberamos a otra persona, nos liberamos nosotros mismos, y tenemos que recordar que tenemos alas; no ansiemos la felicidad que encontramos en aquel lugar, en aquella persona o en aquel momento; mejor pensemos en lo que podríamos encontrar mas adelante, que lo pasado es pasado y no volverá... Aquellas personas que realmente importan son las que viajan a tu lado por su propia voluntad, sin nada de por medio, nada que los obligue a quedarse, por mas tenue que sea, aquellas que si se alejan pueden decidir si volverán, y no serán como aquel reo que escapa de su celda y anhela no volverla a habitar...
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